Decía M. Erickson que nunca es demasiado tarde para tener una infancia feliz. Volvamos entonces a ser niños/as. Volvamos a ensuciarnos, a jugar con el barro, pisar los charcos, pintar las paredes y picar a los timbres para salir corriendo. Nunca es demasiado tarde para tener nuestra infancia feliz. (Texto y foto: David González)