Si observamos la naturaleza de cerca siempre descubriremos su perfecta belleza. Simplemente se trata de adentrarnos con mirada inocente en ese mundo minúsculo y desconocido que hay entre las ramas de un rosal. Con las personas pasa exactamente lo mismo, si nos paramos y focalizamos nuestra atención a conocer interiormente a la persona, sólo observamos perfección y belleza. Con el tiempo uno aprende que la belleza no está en los objetos que miramos sino en nosotros/as, en nuestra manera de observar. Feliz bella semana a todos/as. (Texto y foto: David González)