Nadie dijo que ser libre fuera fácil. Vivir la vulnerabilidad del no control, desde la obertura y entrega a la vida es muy amenazante y a la vez difícil de llevar ya que reaparecen nuestros grandes miedos. Básicamente hay que saber llevarlo. Uno se da cuenta que por cada instante que se queda viviendo en esa vivencia de misteriosa vulnerabilidad, da un paso de gigante en su crecimiento personal hacia el bienestar y satisfacción del vivir por vivir. Y además, descubre que es allí, en este espacio de vacío y fragilidad, en el cual las cosas suceden. Es el espacio más fructífero y creador en el cual se puede encontrar cualquier persona. Necesitamos simplemente vivir la experiencia, aprender a sostener nuestros miedos y descubrir y disfrutar la riqueza de ese lugar fértil.