La teoría de la Gestalt primero fue una teoría psicológica y filosófica debida a Köler, Wertheimer y Koffka, a principios del siglo XX. Esta teoría rehúsa aislar los fenómenos entre sí para explicarlos; por el contrario los considera conjuntos indisociables estructurados (la forma): “el todo es diferente a la suma de las partes”.
Perls, Psicoanalista judío de origen alemán, ha introducido en la teoría psicoanalítica la aportación de la teoría de la forma. Así nació la terapia-Gestalt. Desde la 2ª Guerra Mundial, la terapia-Gestalt se ha enriquecido con la contribución de filosofías orientales tales como el Zen, el Budismo, el Tantrismo y las filosofías existencialistas. Hoy se entiende como un estilo de vida y de actuar, más que atenerse sólo a la terapia.
Uno de los fundamentos de la Gestalt es el aquí y ahora. Atender a lo que yo siento o experimento, lo que me hace vibrar, me daña o me place, a vivir en el presente. Si yo quiero cambiar, actuar, decidir, no puedo hacerlo más que en el presente. La intensidad de la vida en el presente me puede dar miedo; es por ello que puedo plantearme evitarlo de distintas maneras: concentrándome en el futuro o preparando el porvenir, escapándome a un lugar utópico, imaginario, empapándome de alcohol, drogas, calmantes, o bien haciendo muchas cosas a la vez y disminuyendo la intensidad de cada una. Y por otro lado el Aquí.Lo que me pasa, me pasa evidentemente aquí, donde yo me encuentro ahora. Para evitar vivir el aquí, puedo por ejemplo hablar de otros. Puedo hablar también en general, hablar de la vida, en vez de mi vida.
Vivir el aquí y ahora no excluye de ninguna manera la acción presente de acordarse, hacer proyectos o de referirse a realidades lejanas. Lo importante es traer todo ello al ahora y ver qué me suscita. Lo que la Gestalt me propone es permanecer consciente de aquello que me pasa a mí, incluso cuando evito el aquí y ahora. ¿Cuál es la emoción actual? Y así, estoy conectado con mi presente.
El gran mérito de la psicología Gestalt es la de haber mostrado que es imposible aislar totalmente un fenómeno de su entorno. Ningún organismo, ninguna situación puede existir absolutamente en sí. Existe siempre una relación estrecha con el entorno, el fondo. Sacar todos estos elementos del segundo plano es muy útil para esclarecer de nuevo la situación, una nueva toma de conciencia y, de ahí, la apertura sobre una posibilidad de cambio.
El deseo y la voluntad de elegir este cambio influirán la percepción de elementos nuevos: la motivación influye la percepción.Cuando el organismo funciona bien, la relación entre la figura y el fondo se hace de manera flexible y armoniosa.
Entre los desarreglos del funcionamiento del organismo, se pueden encontrar tres tipos diferentes: el caso de las personas en las que el primer plano está siempre ocupado por la misma figura; es lo que llamamos los obsesionados. El caso de aquellas personas en que una figura no puede jamás llegar a primer plano: son los reprimidos. Y finalmente el caso de personas en que ninguna figura puede jamás imponerse con fuerza en el primer plano: los perpetuos indecisos. La Gestalt nos propone nuestra vida y nuestro entorno como una reserva muy rica y variada donde se destacan figuras vivas, gestalts, que nos interesan un tiempo y después se reintegran en un segundo plano.
El ciclo de la satisfacción de las necesidades ayuda a comprender como una necesidad nace, se desarrolla, se realiza y luego desaparece del primer plano. Está compuesto por 7 etapas sucesivas. Todo comienza por la sensación, es decir por la percepción de un cambio en mi relación con el entorno. Esto no quiere decir que mi entorno, forzosamente haya cambiado, sino que mi relación con mi entorno se modifica.La sensación es la percepción de un cambio, de un desequilibrio. Toda la energía del ciclo va a orientarse hacia la restauración del equilibrio precedente o hacia una nueva equilibrio que sea satisfactorio para el organismo. Posteriormente tenemos la etapa de toma de conciencia. Es la etapa siguiente en la que, tras desarrollarse la sensación toma forma, se convierte en una gestalt identificable por mi intelecto. Es el tiempo que transcurre entre la sensación y la satisfacción de la necesidad. Si la satisfacción es inmediata, no hay consciencia –es un acto reflejo-. La toma de conciencia libera energía. Se manifiesta por una actividad muscular. Es ilusorio querer engranar un ciclo en este punto. Si no hay sensación ni toma de conciencia previa es inútil animar o remolcar al otro.La energía puedo dar paso a la acción, dar un paso hacia lo que me rodea. La acción es la gestión para conseguir un cambio en mi relación con lo que me rodea. Una tentativa de destrucción de la relación actual para construir una nueva –para ordenar ataco el desorden…-. La destrucción nos da miedo. El paso entre la situación antigua y la nueva es inseguro. Todo cambio da miedo, el miedo al vacío. Resulta imposible poner algo en acción sin pasar por la sensación, toma de conciencia y energetización. El contacto es la fase en la que, por fin, puedo satisfacer mi necesidad. Es la supresión de la distancia que me separaba del objeto de mi necesidad.
Finalmente puedo tocar, ver, sentir, disfrutar, comprender (tomar en mi) aquello que había suscitado mi interés. El resultado inevitable del contacto es el cambio: ya no soy el mismo después, he tomado en mí algo que no era yo originalmente. He incorporado, he hecho mías cosas exteriores. La realización es la etapa donde me doy el placer de saborear, de gozar el contacto obtenido: he conseguido lo que quería mediante el contacto. La necesidad está satisfecha, me falta la consumación la celebración de mi felicidad, la fiesta. Tras la experiencia fascínate y nutriente del contacto y la realización, el organismo necesita un periodVeamos las diferentes maneras de resistir a cada etapa del ciclo, poniendo el acento también sobre el aspecto positivo y creativo de la resistencia.
La Desensibilizacióno de reposo, “retirarse”. Tras el periodo de retirada, el organismo está preparado para volver a sentir la nueva sensación de carencia, su nueva necesidad y entonces vuelve a comenzar un ciclo de resistencias satisfacción de nuevas necesidades.
Las resistencias son fuerzas dinámicas, vivas, creativas, gracias a las cuales puedo desviar la fuerza vital del ciclo de satisfacción de necesidades hacia otra vía más interesante para mí, en la situación actual precisa. Es el freno que permite ir más despacio o incluso parar. En cada etapa del ciclo es posible parar o frenar. Lo malo es que a menudo las resistencias se convierten en habituales y repetitivas.
La desensibilización es aquella resistencia que no permite “sentir” ni percibir, así el ciclo ni siquiera se pone en marcha. Se disminuye la sensibilidad tanto de las sensaciones agradables como desagradables. La Introyección evita la toma de conciencia, evita saber lo que pasa aquí y ahora. El mundo exterior entra en mí, “me lo trago sin masticar”, sin cuestionármelo. “Engullo” el exterior sin control, me convenga o no. Para poderme nutrir de lo que es bueno a mi alrededor, debo desarrollar mi agresividad, criticar, analizar… La Proyección me impide pasar a la etapa de energetización. Es un proceso mental por el cual atribuyo a mi entorno algo que me es propio: una cualidad, un defecto, un sentimiento, una emoción, un pensamiento, una intención. Reniego de lo que forma parte de mí y lo plasmo en los demás. Ocurre cuando no soy yo el sujeto de una acción que me concierne (eso me pone nervioso en lugar de yo me pongo nervioso con eso). La Retroflexión es la resistencia que permite evitar el paso a la acción a pesar de la energía acumulada para este propósito. La energía se utiliza volviéndose contra uno mismo. La persona se sitúa como objeto y diana de su propia acción. En la Desviación percibo una sensación, tomo conciencia, me movilizo para realizarla, entro en acción y, en el último segundo, me desvío y evito el contacto directo, paso de largo del asunto y no estoy nunca realmente satisfecho, y entro en una hiperactividad que nunca me colmará. La Desvalorización
es el obstáculo principal entre el contacto y la realización. En lugar de festejar mi alegría y mi satisfacción, voy a relativizar, desdramatizar, minimizar mi vivencia: “¡pero si no es nada!”.
Y pasamos nuestra vida sin disfrutar nunca las mil cosas buenas que nos trae cada día. Tenemos todo lo necesario para ser felices y la vida nos parece tibia e insípida. Entonces corremos, hacemos cantidad de cosas. Se visita el mundo a toda velocidad y uno se encuentra amargado, desengañado. La Confluencia es la expresión de la dificultad para terminar algo, acabar, retirarme y encontrarme solo.
En el libro también se nos habla de las polaridades. La indiferencia creadora expone que todo suceso puede estar vinculado a un punto cero a partir del cual se desarrolla una diferenciación en opuestos. Estando atentos al punto central neutro de referencia, podemos adquirir la facultad creadora de observar las dos caras de un suceso y de completar la cara deficitaria. Cuanto más fuerzo una polaridad, más se manifestará la otra también. En Gestalt tratamos de poner al día las dos polaridades para obtener una unificación, un reequilibrio interior de la persona.
Nuestra personalidad se compone de una multitud de facetas opuestas, de polaridades que se desarrollan en todos los sentidos a partir de un centro. Cuanto más se expande la persona armoniosamente más tolera, acepta y reconoce sus propias polaridades. Cuanto más desarrolla una faceta, más busca la faceta opuesta, automáticamente, a pesar de encontrarse pillado, torturado, desgarrado. El resultado de la aceptación de todas las polaridades no es una forma de neutralidad donde todo se anularía. Es lo contrario. La persona que acepta sus polaridades se siente libre de vivir su fortaleza y su debilidad, su amor y su agresividad, su cansancio y su energía. La persona que rehúsa ciertas polaridades se encuentra obligatoriamente atrapada en una especie de neutralidad, sin tristeza y sin alegría, sin crueldad y sin verdadera dulzura, sin energía y sin auténtico cansancio, sin odio y sin amor.
En el libro se hace un análisis de los sistemas formados por dos miembros como es el caso de las parejas. Analizamos la pareja porque en nuestra sociedad es el sistema interpersonal más importante, aquél sobre el cual situamos las mayores expectativas y también el que nos ofrece los mayores desengaños. Las personas forman “un sistema social” de dos o más para realizar un objetivo común que será la satisfacción de cierta necesidades (expectativas) de ambos.
Maslow propone una clasificación de expectativas en tres tipos. Las necesidades deficitarias, las necesidades funcionales y las necesidades existenciales actuales. Las necesidades deficitarias son la percepción de algo que me falta y que el otro puede aportarme.
Nuestra cultura alimenta la creencia de que podemos encontrar a una persona que nos amará y colmará todas nuestras necesidades; por ella renunciaremos a nuestro propio poder de vida y le pasaremos toda la responsabilidad de nuestro desarrollo personal. ¡Es así! Así comienzan muchas parejas, al cabo del tiempo, todo se derrumba y ambos se sienten engañados: el vacío no se ha colmado por culpa del otro… eso termina en crisis o en separación, divorcio. Es importante darse cuenta de que el problema no está en el otro, sino en la manera de haber concebido la relación; si no, creeremos que nos hemos equivocado de persona y el ciclo vuelve a empezar. La realidad es que yo soy el único capaz de colmar mi propio vacío, nadie más puede hacerlo por mí.
Las necesidades funcionales responden a la búsqueda de una mayor eficacia del sistema en el propio interés de los miembros de la pareja y del conjunto. Y las necesidades existenciales actuales. Se trata de buscar en la pareja a alguien que me invite, que me anime, que me estimule a hacerme cargo de mí y a realizar mi potencial interior. Al contrario del primer tipo de necesidades, conservo íntegra la responsabilidad sobre mí, de mi existencia. Pido a mi pareja la ayuda para aprender a crecer y a ser feliz en los dominios donde él/ella se maneja bien. No espero que él/ella lo haga por mí, no exijo que él haga o que él sea aquello que me es imposible hacer o ser.
La Gestalt no te propone privilegiar un tipo de expectativas en relación a las otras dos. Los tres tipos existen en cada uno, con más o menos fuerza según el momento, la edad, las circunstancias de la vida. La Gestalt te invita a no encerrarte en un solo tipo a no encasillar a tu pareja en una sola gama de necesidades, a vivir con flexibilidad el presente de la relación, sea cual sea. La condición para que un sistema de a dos funcione bien es la sincronización de las etapas del ciclo y una información recíproca de las dos partes en cuanto a su evolución en el ciclo.
En una pareja los dos se repartirán casi automáticamente las polaridades de la misma manera que se reparten los papeles en la vida corriente. Esta repartición se produce desde el principio, desde la elección del cónyuge: Se acentuará seguidamente y se fijará a lo largo de los años de la vida en común. El hombre serio elegirá una compañera alocada…El resultado inmediato es que forman un sistema en común equilibrado y estable, una pareja armoniosa que funciona bien sobre el principio de la complementariedad.
Pueden ocurrir varias cosas: Una: cada uno de los miembros de la pareja sólo puede alcanzar su plenitud a medias –la otra cara está reservada a su pareja-. Dos: cada uno cataloga sus polaridades moralmente en buenas y malas. Tres: “Cuanto más desarrollo una polaridad, más se desarrolla también la opuesta –a más controlado uno, más inquieta y descontrolada la otra-.
Cómo salir de este callejón: Aceptar y desarrollar en ti todas tus polaridades y dejar de transferir a tu compañera ciertas polaridades que tu juzgas negativas. ¡Aprende a ser también aquello que reprochas ser a tu compañero! Así aumentas tu unidad interior y tu integración personal. Rápidamente y de forma natural el equilibrio se restablecerá.
Respecto a las necesidades fundamentales, hay en primer lugar, necesidades inmediatamente vitales en el plano fisiológico: la necesidad de oxígeno, la necesidad de beber, de comer, la necesidad de vitaminas, la necesidad del sueño…. La no satisfacción total de estas necesidades entraña la muerte del organismo en poco tiempo. Sobre el plano psicológico, encontramos tres necesidades vitales que condicionarán la vida de la persona y donde la no satisfacción total puede entrañar la muerte: necesidad de amor, necesidad de seguridad y la necesidad de libertad. Si tengo amor, seguridad y libertad, tengo las condiciones básicas para alcanzar la plenitud como ser humano para gozar plenamente de mí y de mi vida. La tristeza se convertirá entonces en la señal de mi tablero de mandos que me advierte de mi necesidad actual de amor; el miedo de mi necesidad de seguridad; la cólera de mi necesidad de libertad; igual que la sed y el cansancio hablan de mi necesidad de beber y descansar.
Desafortunadamente, algunas personas adulteran su tablero emocional y sea cual sea la sensación fundamental, siempre es el mismo sentimiento, por ejemplo la tristeza. Eso explica que, aunque se la pasen llorando no están nunca totalmente apaciguadas. Lo primero que hay que hacer es volver a encontrar el sentimiento fundamental y darle toda la amplitud existencial de modo que desbloqueen la energía, la cual dará fuerza para satisfacer la necesidad fundamental.
La no satisfacción de la necesidad sexual no entraña la muerte del individuo o los trastornos tan graves que las otras necesidades expuestas. Es una necesidad fundamental a nivel de la supervivencia de la especie, pero no a nivel individual.
Respecto a los ciclos o situaciones inacabadas nos las encontramos todos los días y las podemos más o menos asumir. Si nos han dejado dañados es necesario destaparlos, revisarlos y dejarlos ir. La depresión se caracteriza por un profundo estado de agotamiento físico y moral, un abatimiento general que ni siquiera el descanso consigue compensar. El tono general y el nivel de energía están en lo más bajo, así como la presión arterial.
El deprimido ha perdido la esperanza de la conquista de su felicidad, ha perdido la ilusión en su búsqueda de la alegría, debido, fundamentalmente, a la ilusión de creer que si hago, si tengo, entonces soy, ¡existo! Salir del estado depresivo requiere: Renunciar a las ilusiones que habían guiado la vida hasta ahora, es una renuncia dolorosa. Y la reconciliación con el cuerpo, sólo él es capaz de dar consciencia y saber a nuestra existencia.
La Gestalt es el aprendizaje del ciclo de satisfacción de las necesidades. Tiene dos aspectos uno teórico y otro práctico. Ambos aspectos son importantes. El teórico es que cada uno conozca el propio funcionamiento: poder analizar e interpretar las sensaciones, emociones, deseos, para decidir libre e inteligentemente qué hacer. El aspecto práctico se vive a lo largo de las entrevistas cuya meta es la integración de la persona y el aprendizaje para satisfacer sus propias necesidades. Se puede hacer individualmente o en grupo.
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