Una persona madura e integra es aquella que se ha liberado de su autoimagen de si mismo. Es aquella que, ante la tozudez de la vida que se empeña en mostrarle siempre lo mismo, asume el reto y con valentía decide afrontarlo. El reto es vivir aquello que se niega. Vivir aquellas partes y aquellas emociones que no se ha permitido vivir para posteriormente poder separarse de ellas. Y en ese momento, dejar de ser dirigido por su torrente emocional poniendo sus emociones a su servicio y disposición. De esta manera ya no estará dominado por sus miedos y obsesiones sino que actuará con coherencia desde su corazón. (Texto y foto: David González)