Dejarse ir es para mi, aprender a confiar en uno/a mismo/a y en la vida. Dejar de intentar anticiparse a los acontecimientos y dejar de querer tener la vida bajo control. Dejarse ir es aprender a vivir en la incertidumbre y el sentimiento de vulnerabilidad y con coraje seguir adelante. Dejarse ir es surcar los vientos de la vida, aceptando lo que venga. Es al fin y al cabo una actitud que uno/a adopta consigo mismo/a, por convencimiento. Después de castigarse y luchar en balde y tras descubrir la inutilidad de todos aquellos intentos de control de una mente miedosa y racional que en realidad teme la vida. Dejarse ir es al fin y al cabo una apuesta firme y valiente por la vida que es premiada con el bien más preciado, la paz interior y la satisfacción de vivir por vivir.